fuente:el clarín
La noticia fue inesperada. A las seis de la mañana la recibí en mi tableta. Fidel Castro estaba muerto, lo había anunciado su hermano Raúl. Sabíamos que moriría pronto pues ya tenía una edad muy avanzada. Todo el mundo reacciona, los más importantes líderes mundiales expresan palabras de pesar, de halago o simplemente de saludo. Nadie se queda inconmovible.
La noticia fue inesperada. A las seis de la mañana la recibí en mi tableta. Fidel Castro estaba muerto, lo había anunciado su hermano Raúl. Sabíamos que moriría pronto pues ya tenía una edad muy avanzada. Todo el mundo reacciona, los más importantes líderes mundiales expresan palabras de pesar, de halago o simplemente de saludo. Nadie se queda inconmovible.
Ha muerto un gran hombre, amado por millones y odiado por otros tantos, pero admirado incluso por sus adversarios. Fue un superviviente. No murió cuando sus enemigos quisieron que muriera, a pesar de preparar cientos de atentados contra él. No murió cuando enfermó o cuando se hirió al caerse en una escalera, a pesar de miles de rumores y deseos de que ello ocurriera.
Fidel se equivocó muchas veces, algunos de sus errores fueron graves. Pero fue un liberador de su país, fiel al pensamiento de José Martí y de todos los luchadores que desean un mundo de paz y de Justicia Social. Para mí el peor error cometido por Fidel fue confiar mucho en que algunas cosas se dan por sí solas. Se olvidó la preparación ideológica del pueblo. Se dio prioridad a otras cosas, en las que también se cometió errores, como el uso de los recursos naturales y humanos, que no se hizo en la mejor forma posible. Pero no se educó al pueblo como se debió hacer. Por eso actualmente es difícil encontrar ciudadanos cubanos que sean sinceros y que hayan entendido lo que significó la Revolución o lo que la Revolución pretendió lograr.
Ha muerto el hombre pero no han muerto sus ideas. Vendrán muchos otros grandes hombres que seguirán la misma senda. Posiblemente también van a cometer errores, sin embargo sus logros serán mayores que las equivocaciones. No es fácil luchar contra el dinero, contra la usura y contra el odio de una clase social económicamente dominante. No es fácil luchar contra toda la maquinaria ideológica afianzada en todo el mundo durante milenios. Pero siempre valdrá más la pena luchar en lugar de arrodillarse ante los opresores y conformarse con un mundo de desigualdad entre los seres humanos.
Ha muerto un gran hombre. Ahora se trata de fortalecer las ideas y luchar por la unidad de la izquierda en el mundo entero.
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